Para Greco no había reglas en su
trabajo, pintaba las telas dibujando y dibujaba
en sus papeles con otros papeles. Con toda
su libertad, Greco llevaba su vida al espacio
del arte, incluso en los títulos
de sus dibujos: “Con qué
guita pago el Whisky?”.
Un verdadero collage, y no sólo porque
usaba papeles sacados de revistas en sus
cuadros, sino porque realmente sacaba las
cosas de contexto para abrirlas a un nuevo
espacio.
La obra que realiza en Madrid a partir del
63, muestran una caótica mixtura
de pintura, escritura, tachaduras, huellas,
collage, marcas de su entorno y la realidad
que circundaba.
Incluye conversaciones con amigos, letras
de tango, representaciones de objetos en
situaciones del momento, ideas políticas
y sociales, imágenes que remiten
al graffiti callejero, a la publicidad y
a toda una anarquía de la forma.
Saura escribió sobre estas obras:
“Cada obra de Alberto Greco es
en sí misma un fragmento de vida,
pero es también parte de un todo
inconcluso, proliferante y generoso, y como
la vida misma, un lugar de encuentros y
experiencias, un poblado espacio en que
el arte se reúne azarosos acontecimientos,
lúcidas afirmaciones, dramáticas
situaciones y alzamientos bienaventurados”
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